Hay quienes podrán pensar que es pronto aún, que hay que esperar a ver lo que pasa… a ver qué propone el nuevo gobierno, que es una situación nueva y que hay que confiar; pero, por desgracia, si nos remitimos a la historia más reciente del continente europeo, la Segunda Guerra Mundial empezó con el auge de un populismo exacerbado y xenófobo que culminó con el partido Nazi. Lo demás, ya se sabe.
El America first promovido por Donald Trump en EE. UU. (no olvidemos que se trata de la democracia más desarrollada y rica del mundo) es el reclamo que ha cautivado a la extrema derecha, ha movilizado a las masas enfurecidas (recordemos el bochornoso asalto frustrado al Capitolio) y, por desgracia, parece que ha traspasado sus fronteras.
Italia, Hungría, Polonia, Francia, Suecia, y ahora España, representan el enraizamiento de esa ideología extrema en Europa, y ojo, estamos hablando de casi un cuarto de los 27 países miembros, por no mencionar el peso que tienen algunas de las naciones en cuestión, como Francia, Italia o España, que en apenas un mes pasará a presidir el Consejo de la UE.
En el mejor de los casos, un cambio de rumbo hacia la derecha moderada podría no suponer una tragedia. Habrá que estar atentos a los acontecimientos. Sí cabe estar prevenidos y, sobre todo, usar muy bien las cartas que quedan por jugar. El inminente proceso electoral de julio próximo no parece ser una salvación real, pero sí que puede inclinar la balanza y restar peso.
En fin. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Sí parece claro que los próximos gobiernos serán fruto de coaliciones y pactos. Esperemos que por encima de todo predomine el sentido común, ya que cuando el Estado del bienestar está en un punto concreto, rebajarlo nunca es una opción. Tomen nota los futuros y futuras gobernantes.