La brecha entre ricos y pobres se amplía a niveles insoportables. Ese 1% posee más riqueza que el 99% restante. No se trata de porcentajes, sino de la vida de miles de millones de seres humanos. Tal y como apunta Oxfam, “si la desigualdad económica extrema no se controla, sus consecuencias podrán ser irreversibles, dando lugar a un monopolio de oportunidades por parte de los más ricos, cuyos hijos reclamarán los tipos impositivos más bajos, la mejor educación y la mejor atención sanitaria.”
Solo un puñado de privilegiados está invitado al banquete. Sí, existe un crecimiento económico generalizado, pero no ha hecho más que acrecentar las desigualdades. La tendencia a la concentración de los ingresos en pocas manos es alarmante desde 2010. Si hoy son 62 milmillonarios los que poseen igual riqueza que los 3.500 millones de personas que constituyen el 50% más pobre del mundo, en 2015 esta minoría de acaudalados eran 80 y hace seis años ascendían a 388.
Algunas de las políticas que desde las últimas décadas benefician a los más ricos son: la desregulación y la opacidad financieras, los paraísos fiscales, la reducción de los tipos impositivos sobre las rentas más altas y los recortes en las políticas públicas de inversión y protección social. Desde finales de 1970, los tipos impositivos sobre las rentas más altas se han reducido en 29 de los 30 países de los cuales se dispone de datos, lo que significa que en muchos lugares los ricos no sólo ganan más, sino que también pagan menos impuestos.
Esto ha contribuido a crear un mundo en el que siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad ha aumentado desde la década de 1980, y donde el 1% de las familias más poderosas acapara el 46% de su riqueza (110 billones de dólares). Se estima que hay un total de 7,6 billones de dólares de patrimonio financiero individual ocultos en paraísos fiscales. Si se tributaran los beneficios que esta riqueza genera, los gobiernos recaudarían cerca de 190.000 millones de dólares más al año. Se calcula que hasta el 30% del patrimonio financiero de África se encuentra en paraísos fiscales, lo que supone una pérdida fiscal estimada de 14.000 millones de dólares anuales para los países africanos. Esta cantidad sería suficiente para garantizar la atención sanitaria a madres y niños, podría salvar la vida de cuatro millones de niños al año y permitiría contratar a profesores suficientes para escolarizar a todos los niños y niñas africanos.
Nueve de cada diez socios estratégicos del Foro Económico Mundial están presentes en al menos un paraíso fiscal, y se estima que los países en desarrollo pierden cada año al menos 100.000 millones de dólares como consecuencia de la evasión y elusión fiscal por parte de las grandes empresas. La inversión empresarial en paraísos fiscales se ha multiplicado casi por cuatro entre 2000 y 2014. Es fundamental que los gobiernos puedan recaudar los impuestos que las grandes empresas y las personas ricas deben pagar, para que los líderes mundiales alcancen el objetivo que asumieron en septiembre de erradicar la pobreza extrema para 2030.
Mientras que los ingresos de los más ricos se han incrementado en un 44% a escala global en apenas cinco años, los de la mitad más pobre se han reducido el 41%. A pesar de que la economía mundial se ha duplicado en 30 años, cada vez más personas quedan excluidas del reparto. Oxfam asegura que la desigualdad, que ha superado los niveles que se alcanzaron hace un siglo, antes de la Gran Depresión y las dos guerras mundiales, se ha convertido «en la enfermedad de nuestro tiempo». La ONG sostiene que debería establecerse un indicador y hacer seguimiento de esta variable porque la desigualdad extrema impide «la existencia de sociedades decentes, carcome la democracia y asesina al capitalismo al estilo nórdico».
Intermón advierte de la «desigualdad extrema» que se está instalando a escala mundial, a pesar de que esta ha dejado de formar parte de las preocupaciones de las élites del Foro Económico Mundial, como sucedió en 2014. Lo que sí parece preocupar es dónde llevar su dinero.
Entre 1990 y 2010 se redujo a la mitad el número de personas que vive en situación de extrema pobreza. Los ingresos medios anuales del 10% más pobre de la población mundial han aumentado en menos de tres dólares en el último cuarto de siglo; es decir, sus ingresos diarios han aumentado menos de un centavo al año. En el caso de que la desigualdad dentro de los países no hubiese aumentado entre 1990 y 2010, otros 200 millones de personas habrían salido de la pobreza.
España, país de desigualdades
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero a veces pueden resultar reveladoras. España es el segundo país de Europa en el que más ha crecido la desigualdad entre 2007 y 2014, sólo por detrás de Chipre. Esa la desigualdad se ha incrementado 14 veces más que en Grecia. ¿Qué representan estas cifras?
El 29,2% de la población española, un total de 13,4 millones de personas, se encontraba en situación de riesgo de pobreza o exclusión social en 2014. Esto supone 2,3 millones de personas más que en el 2008, el ejercicio en el que se produjo la debacle financiera, recuerda Intermón Oxfam en su estudio Una Economía al servicio del 1%.
Las 20 personas más ricas (suman un patrimonio de 115.100 millones de euros en 2015) poseen una fortuna similar a los ingresos del 20% de la población más pobre, según el informe de la ONG. “Lo que estamos viviendo en parte de Europa y en España en concreto, es una rotura entre las decisiones políticas y los compromisos de la política pública con la ciudadanía”, denuncia el estudio.
En 2011 el 20% de los españoles más ricos ganaba 7,5 veces más que el 20% más pobre (en 2008 eran 5,3 veces). De continuar esta tendencia, Oxfam proyecta que en 2025 ese 20% más rico podrá ganar de promedio 18 veces más que el 20% más pobre. Intermón manifiesta que la pobreza y la exclusión social han aumentado de manera «alarmante» desde el inicio de la crisis en España. Durante 2015, el 1% más rico de la población concentró casi tanta riqueza como el 80% más pobre. Además, la fortuna del 5% más acaudalado superó la riqueza del 90% más pobre, lo que representa que hay 2,3 millones de personas en España que poseen un patrimonio superior al de 42 millones de personas.
Si trasladamos los datos al ámbito laboral, es evidente que la brecha salarial entre el trabajador medio y los puestos directivos se ha ampliado. Mientras que los ingresos de los asalariados medios se han estancado o bajado incluso trabajando más horas, los de los altos ejecutivos se han disparado. «Los salarios no solo no remuneran debidamente los esfuerzos de los trabajadores, sino que tampoco satisfacen las necesidades de las personas y las familias en términos de ingresos. En cambio, los presidentes de las empresas del Ibex-35 cobran 158 veces más que el salario de un trabajador medio español”, destaca Oxfam.
En España, los hogares con menos recursos son los que han sufrido el mayor descenso de ingresos durante la crisis. Entre 2007 y 2014 el salario medio español se desplomó un 22,2 %. El salario bruto de las personas del último decil (el 10% más rico), con una media de 6.640 euros mensuales, es 18 veces superior al del 10% más pobre (365 euros).
Críticas a la última reforma fiscal
Por otra parte, el informe denuncia que la reforma fiscal que entró en vigor en España el 1 de enero del año pasado es “una herramienta para garantizar privilegios a unos pocos”, lo que ha dado como resultado que España siga teniendo una de las presiones fiscales más bajas de toda Europa. Dicha reforma no ha conseguido remediar que 17 de las 35 empresas del IBEX no paguen el impuesto de sociedades en España ni que la inversión hacia la Unión Europea cayera un 15% en 2015 y la inversión en paraísos fiscales creciera un 2000%.
Oxfam destaca que este año ha sido un año «excepcional» en actividad para las sicav, ya que han alcanzado un mercado de 38.000 millones de euros, según el resumen anual del BME de 2015. La confederación internacional apunta que en 2015 se registraron un total de 126 nuevas sicav en España. Nuestro país sigue teniendo una de las presiones fiscales efectivas más bajas de toda Europa, con 8,2 puntos por debajo del promedio de la eurozona, con un diseño en el que el 85% del esfuerzo recae sobre las familias, según el informe. «La brecha fiscal en España se explica en gran medida porque recaudamos mucho menos de lo que deberíamos, recaudamos poco de quien tiene más, recaudamos sin distribuir apenas y tenemos uno de los niveles de evasión y elusión fiscal más elevados de nuestro entorno europeo», apunta Oxfam.
Fuga de capitales
Intermón recuerda que la inversión desde España hacia paraísos fiscales no ha contribuido a generar más que un stock de empleo neto de 296 puestos de trabajo. El 82% de los ciudadanos españoles coincide en la necesidad de reforzar los marcos reguladores y un 70% considera que la ingeniería fiscal de grandes transnacionales priva de acceso a la educación y sanidad a los países de desarrollo, según Oxfam. El estudio apunta que la lucha contra la desigualdad debe tener lugar a nivel español, europeo y global, y también en el interior de los países en desarrollo. Otra de las recomendaciones que se ponen de manifiesto en el informe es que para lograr la equidad en la población española se deberán hacer políticas redistributivas. Para Oxfam, el primer paso que debe dar España es aprobar urgentemente una ley contra la evasión fiscal.
Posición de CCOO
CCOO considera fundamental revalorizar el SMI para luchar contra la pobreza. El sindicato propone que se sitúe en 2016 en los 800 euros mensuales con la intención de avanzar en el cumplimiento del objetivo establecido en la Carta Social Europea de establecerlo en el 60% del ingreso medio. Es necesario incluir un compromiso legislativo de un aumento progresivo y suficiente, durante la próxima legislatura, y garantizando una cláusula de actualización anual frente a posibles pérdidas de poder adquisitivo o por la mejora del salario medio general.
Las organizaciones sindicales han insistido en la necesidad de impulsar, de forma inmediata, una Prestación de Ingresos Mínimos en línea con la Iniciativa Legislativa Popular impulsada por CCOO y UGT y contribuir a completar con ello las lagunas de nuestros sistemas de protección social, y garantizar una prestación económica a todas las personas que carezcan de empleo y de ingresos suficientes, mientras dure tal situación de necesidad.
CCOO apuesta por realizar un tratamiento integral del fenómeno de la pobreza, articulando medidas en las distintas manifestaciones que éste tiene.
Asimismo, demanda un nuevo formato del Plan de inclusión social, que se diseñe de manera participada. Un plan integral que actúe en todos los ámbitos que intervienen en este fenómeno (empleo, educación, sanidad, servicios sociales, etc.) con un objetivo claro y común que vertebre las distintas acciones.
Para CCOO es un objetivo esencial erradicar la devaluación salarial, lo que pasa por mejorar de forma notable el poder adquisitivo de los salarios y por incrementar el empleo de calidad, de forma que se avance en la reducción de las altas tasas de precariedad laboral y en el aumento.
¿VIVIMOS EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS?
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones.
Universidad Carlos III de Madrid
La situación de escandalosa y creciente desigualdad que asola hoy a la humanidad desmiente la imagen idílica de un mundo igualitario y sin fronteras que proclaman los apologistas de la globalización neoliberal. Dicha imagen, lejos de ser una descripción objetiva de la realidad, es una construcción ideológica interesada y una interpretación falsa que pretende legitimar y mantener inalterada la situación de injusticia estructural que sufren los sectores más vulnerables de la población por mor del neoliberalismo.
Los datos del Informe de la ONG Oxfam Una economía al servicio del 1% y el Balance de la décima edición de las 200 mayores fortunas que publica EL MUNDO demuestran fehacientemente que no vivimos en un estado de bienestar, sino de malestar generalizado, que la economía no está al servicio del bien común, sino de su contrario, del “mal común”, como ya denunciara Ignacio Ellacuría.
¿Cómo puede afirmarse que vivimos en el “mejor de los mundos” cuando en 2016 el 1% de la población mundial tendrá más riqueza que el 99% de la humanidad; más de mil millones de seres humanos mal-viven y mal-mueren con 1,25 dólares al día; las 62 personas o familias más ricas del mundo acumulan el mismo poder económico que los 3600 millones de seres humanos más pobres, es decir, más de la mitad de la humanidad; los ricos tienen a buen recaudo en paraísos fiscales 7,6 billones de dólares, que es una cantidad mayor que el PIB de Gran Bretaña y Alemania juntos; una de cada nueve personas carece de la alimentación mínima necesaria para sobrevivir; la desigualdad económica que recae sobre la población más pobre agrava todavía más la desigualdad entre hombres y mujeres?
¿Puede llegarse a un grado mayor de inhumanidad, inmisericordia e insolidaridad para con los sectores más vulnerables? Sí, se está llegando, al robarles la única riqueza inmaterial que poseen, la esperanza, y dejarlos sin futuro. Sin presente y sin futuro, sin la utopía de un mundo mejor, sin el más mínimo de atisbo de cambio, se cierne por doquier la desesperanza.