La resignación no es una opción. Lucha

LARGO Y TENDIDO SE HA HABLADO YA SOBRE LAS CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA EN LA EDUCACIÓN, y no es mi intención situar de nuevo las principales problemáticas que esta ha ocasionado. Pero sí pretendo detenerme en el impacto que está provocando el virus en esa generación que creció viendo cómo su familia trataba de sortear los estragos de la crisis económica anterior y ahora, ya adultos, se topan, de nuevo, con la que ha sido destapada por la pandemia.

Esa generación es la que ahora sufre un 40,8% de paro juvenil, el más alto de la Unión Europea, o que encuentra prácticamente imposible emanciparse (solo el 18,5% de las personas de entre 16 y 29 años lo están en España). También es la que durante el confinamiento tuvo enormes dificultades para continuar con las clases en línea por falta de medios o conectividad, la que ve cada vez más difícil el acceso a la Universidad, la que estudia grados de Formación Profesional orientados a conseguir personal barato para las empresas, o la que, una vez acabados sus estudios, se encuentra ante la compleja tesitura de abandonar sus aspiraciones para encontrar trabajos precarios, en los que la temporalidad es la tónica general.

No es casualidad que las consecuencias de las crisis se ceben más con los segmentos juveniles, sino que esta realidad se inserta en la lógica de un sistema que, precisamente, se aprovecha de ellos y ellas para disponer de mano de obra sometida a mayores grados de temporalidad o para rebajar las condiciones laborales y salariales. La juventud es ese eslabón débil dentro del conjunto de la cadena de trabajadores y trabajadoras, entre otras muchas razones, por la menor afiliación sindical.

Lucha vigente

Sin embargo, este artículo no está escrito desde el desaliento, sino desde la firme convicción de que podemos cambiar esta realidad. De ahí el título, tomado del lema de una campaña lanzada por la Secretaría de Juventud de CCOO en 2011, con la que se pretendía dar a conocer las propuestas vinculadas al derecho de la juventud a un empleo digno, así como las iniciativas del sindicato en materia de formación y empleo. Casi una década después, en el contexto de una nueva crisis, se vuelve necesario recuperar esa consigna, tan vigente como entonces, para plantear una alternativa que no pase por los recortes en políticas sociales, el desempleo o la emigración.

Dicha solución no discurre por un camino fácil. En él no hay atajos, pero tampoco promesas vacías. Esa alternativa es la lucha de una juventud que no se resigna, organizada en el sindicato para defender sus derechos y lograr, esta vez sí, que no seamos quienes tengamos que volver a pagar la crisis.

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David Aguirre Fernández

Maestro de Primaria, responsable de Pública y Juventud en FECCOO Cantabria