Freire vigente. Aprender de las luchas que hemos efectuado

HACE YA ALGÚN TIEMPO, DESDE EL INSTITUTO PAULO FREIRE[1], PROPUSIMOS LA TENTATIVA DE ABORDAR LO ACTUAL DE LA PRAXIS FREIREANA, a partir de las aportaciones de otras y otros que, desde la radicalidad de su habitar el mundo, recombinan la dimensión freireana con otras dimensiones revolucionarias que recogen tanto el sentido como la práctica del proyecto cultural de las trabajadoras y trabajadores que luchan por su emancipación.

 

Sense educació no és possible transformar de manera políticament
activa, i sense una nova hegemonia cultural no és factible que
aquestes formes recombinades i no fetitxitzades puguin abastir-les
totes, democratitzar-se en sentit profund de la paraula, ser
capacis de generar altres realitats.

– María Ruido

 

Y decíamos que: “mientras tanto, las mujeres y los hombres, intentamos tratar de sustituir los valores técnicos por valores éticos realizados, producir desde las experiencias y las luchas, las palabras, pues es allí donde son fabricadas, y también enraizadas y encarnadas, movilizando las pasiones y los afectos alegres, recombinándolas y vivificándolas, haciendo creación singular y social, potenciando la libertad y la dignidad humanas, conformando un querer vivir como desafío, desde una pedagogía de la pregunta, desde una pedagogía de la libertad y la autonomía”.

Una pedagogía de la cre-acción que es, en sí misma, pedagogía del oprimido y la oprimida que luchan sencillamente, ahora y aquí, y que no solo concierne y/o afecta a las instituciones educativas, sino que incumbe y repercute en todas las organizaciones sociopolíticas, culturales… que las mujeres y los hombres creamos-construimos para poner en marcha procesos-programas-proyectos de liberación real y en los cuales los transcursos de aprendizaje y/o educación son los que nos hacen humanos a la par que devenimos sujetos en procesos y, a la par, procesos en sujetos como práctica política y educativa primera.

Más allá de cualquier parloteo estéril, en la inmediatez del dominio cuasi absoluto de un neoliberalismo y un patriarcado feroces e insaciables, siempre conformados ambos desde y como pedagogía del capital que, entre otras posibles sin razones, coloniza mentes y cuerpos, neutraliza el proceso de abrirse al mundo e inaugura cualquier acción y palabra que desde y como pedagogía de la cre-acción requieren, por una parte, estimular relaciones, deseos, lectura-escritura de contextos, enhebrado de antagonismos… y, por otra, unas acciones sociopolíticas –sindicales, educativas, asociativas, territoriales, inter-nacionales…­– que in-corporen una dimensión dialógica-amorosa-liberadora-práxica-… y que puedan acaecer como antídoto contra el virus del fascismo social-societal como autoritarismo patriarcal, como educación domesticadora, más o menos activa, que oculta los antagonismos y las explotaciones –de la naturaleza, de las mujeres y de las niñas y niños y de los hombres–, que componen el vivir cotidiano de las mujeres y de los hombres en situaciones-en-contexto actuales.

En ese vivir cotidiano, la praxis vigente de Paulo Freire, injertada con otras aportaciones y asociaciones –decoloniales, feministas, ecologistas, antirracistas, antagonistas…– favorecen la lectura del mundo y de la palabra, ayudan a establecer prácticas de ruptura sociopolíticas, democráticas y/o antagonistas –estableciendo las alianzas pertinentes entre los diferentes, los iguales… aislando a los contrarios…– y, especialmente, promoviendo las asociaciones entre sindicatos, movimientos sociales, culturales… específicos y fortaleciendo las coordinaciones, las resistencias… y, sobre todo, recuperando los territorios y haciendo que ellos y la fábrica difusa, ahora también virtual-global, vuelvan a ser los núcleos básicos de las luchas, de las liberaciones, etc.

Justo ahora que la sociedad es una fábrica y ha sido puesta a trabajar y la circulación del capital, de las mercancías y de las producciones, de las informaciones y los datos, de las personas… predominan sobre la producción en sí (y que, por tanto, la tarea sociopolítica a realizar en las ramas de la producción tendencialmente no es tan intensa), ahora que la precarización ha provocado la pérdida de solidaridad y la desarticulación de la composición social del trabajo. (…) La virtualización del trabajo es una causa complementaria de la pérdida de solidaridad, como señala Franco Berardi[2] y, cada vez es más importante retomar la lucha sociopolítica en los territorios localizados: en barrios, en calles y plazas, etc., retomando la dimensión de solidaridad que es siempre, y en todo momento, prerrequisito imprescindible para la organización política y la lucha social.

Si no reinventamos el pasado no podemos repensar la transformación social y la emancipación, desde una vertiente absolutamente educativa y política, y en ella, la praxis freireana es una buena caja de herramientas, primordialmente ahora que “vivimos una época de indistinción, de hibridación entre estado de derecho y estado de excepción. La hegemonía del neofascismo se mide no solo por la fuerza de sus organizaciones, sino también por su capacidad de odiar al Estado y al sistema político y mediático[3].

Son estas unas situaciones-en-contexto en las cuales practicamos la transformación de manera integral, singular y común, y en ellas los procesos de subjetivización-conscientización dejan de estar aislados, entran en relación-mediación para, de manera invariable y discontinua, abandonar los meros dominios de la razón y ampliar nuestros contactos con la realidad, a través también de otros dominios, entre ellos, aquellos relacionados con el sentir, por las mujeres y los hombres en sus quehaceres y que enraízan en una perspectiva y guía poiética que suscita la posibilidad y la potencialidad de aprender y enseñar en y de las experiencias efectuadas, singulares y comunes, siempre compartidas, y a las cuales hacemos hablar con palabras, gestos, miradas…, a las cuales hemos de interrogar, haciendo real y efectiva la doble dimensión de que las personas humanas somos seres programados para aprender y, como nos señala Paulo Freire convivir con la cotidianeidad del otro constituye una experiencia de aprendizaje permanente. Siempre decía eso en casa, a nuestras hijas y a nuestros hijos. Porque, mira, una de las características fundamentales del comportamiento en lo cotidiano es exactamente la de no preguntarnos sobre él. (…) De hecho, es un aprendizaje difícil, un aprendizaje diario[4].

Una educación política que implica necesariamente pensar y activar el presente: en acto y en potencia; que posibilita el proceso real y actual de lectura y escritura tanto de la palabra como de la realidad como deseo-interés-necesidad de una alfabetización sociopolítica que otorga valor a la palabra y a la facultad de nombrar y transformar las condiciones ideológicas, culturales y sociopolíticas, y a su simultánea recreación, pues: leer es un proceso abierto, y el verdadero maestro no es aquel que interpreta el texto de una manera y transmite esta única interpretación a sus alumnos; el verdadero maestro no es aquel que revela el sentido del texto, sino aquel que sitúa a sus alumnos en el camino de la interrogación[5].

Y, en ese proceso de lectura, hemos observado que, si no hay mudanza de nosotros, las personas adultas que nos dedicamos a la educación permanente y/o a la alfabetización sociopolítica, no hay tampoco cambios en la sociedad ni en el proceso de transformación de los procesos de aprendizaje de las personas jóvenes y adultas… y hace tiempo que, en las diferentes iniciativas de educación y formación a lo largo de la vida, las variaciones que se operan y/o implementan son simples actividades de adaptación y puesta en marcha de programas de conservación-instrumentalización de las personas adultas, de los procesos de aprendizaje, de las redes de centros e iniciativas públicas… que, en definitiva, producen positivamente individualizaciones gregarias –tanto de las personas educadoras como de las educandas–, falsas habilitaciones profesionalizadoras y mucho entretenimiento educativo…

Y el camino de la interrogación, significa e implica la apertura al otro y a la otra que la propia palabra sugiere, requiere… y, simultáneamente, opera también una apertura a un tiempo y a un querer vivir –singularidad, solidaridad y creación social, acogida y mediación, pasión y testimonio…– y comporta un abrirse, además, a la alteridad –carácter fundamental de la materialidad–, que nunca será autoafirmación, sino diálogo e interacción y, muchas veces conflicto y enfrentamiento, constitutivos ambos de una relación y/o mediación dialógica, entre personas y entre la palabra propia y la ajena, entre personas, palabras y el mundo donde subyace el carácter netamente dialógico del sujeto (como inquietud y curiosidad, como inconclusión…) y la potencia de la libertad y la autonomía del ejercicio de la propia voz y del propio cuerpo, en juego y contexto con otras voces y otros cuerpos, indisolublemente ligados al proceso de emancipación: “…decir la palabra es el derecho a convertir-se en parte de la decisión de transformar la realidad. Leer la palabra dicha, desde esta perspectiva, presupone la reinvención de la sociedad de hoy en día. Dicha reinvención exige, por otro lado, la reinvención del poder”[6].

Por otra parte, ese aprender de las luchas efectuadas traslada a la interrogación, como perspectiva abierta y dialógica, la génesis de un modelo educativo, ético y sociopolítico, que ha de anular la excepcionalidad y unilateralidad del acto de aprender y enseñar bancario y, a la par, ha de potenciar y valorizar “el sujeto del conocimiento histórico (que) es, por supuesto, la clase obrera que lucha”[7], es decir aquellos y aquellas que tienen la experiencia de luchar contra la opresión, a favor de la emancipación, aquellas y aquellos que leen el mundo a contrapelo, y reproblematizan-recomponen-recombinan acontecimientos y luchas, acciones y experiencias, etc. promoviendo la acción y transformación de las mujeres y los hombres y del mundo en el que convivimos pues, como nos dice Freire: “La existencia humana está, porque se crea preguntando, en la raíz de la transformación del mundo. Existe una radicalidad en la existencia, que es la radicalidad del acto de preguntar”[8].

Finalmente, desde el Instituto Paulo Freire y otras organizaciones afines, trabajamos para que pueda producirse un empoderamiento de las trabajadoras y trabajadores, de las mujeres… mediante prácticas y procedimientos que siempre ligan la comprensión y la transformación, en todos los aspectos del trabajo vivo actual que viene caracterizado por: “comunicación, cooperación y autocontrol o control social representa hoy el elemento constituyente del trabajo cognitivo y de su dialéctica propia. En términos marxistas, se trata, en definitiva, de verificar si el trabajo se transforma integralmente en trabajo cognitivo y la fuerza de trabajo en intelectualidad de masas, y en segundo lugar si la intelectualidad puede devenir sujeto políticamente y socialmente hegemónico”[9] y, el papel de las organizaciones sociopolíticas antagonistas ha de volver a ser el de reinventar el pasado para construir el presente y el porvenir; un papel netamente educativo-formativo, sociocultural y socioeconómico, político pues solo hay una forma de acción y formación cultural que proporciona poder a los trabajadores dentro de la comunidad y en la vida cultural y política. No debemos de aislar a la educación de la lucha de los trabajadores contra su alienación. Esta es la conexión entre la lucha educativa, económica y política que caracteriza la participación del movimiento de la clase obrera en el ámbito de la educación[10].

Necesitamos, pues, aprender de las luchas y experiencias, reivindicar la reelaboración cre-activa de la vida, de las alfabetizaciones sociopolíticas, de volver a leer y a escribir el mundo…; necesitamos aprender a aprender a aprender[11] para comprender y obrar y, simultáneamente, operar una recomposición sociopolítica revolucionaria pues, en la actualidad, lo político inviste y constituye radicalmente lo social y trabajar, desde la práctica alfabetizadora sociopolítica, en la recomposición de las nuevas subjetividades singulares y comunes, de sus redes informativas, comunicativas y formativas, transformar los conocimientos y saberes en potencias y poderes, implementar los procesos de autovalorización, autoformación y autoorganización…, en cada una de las luchas que efectuamos, se expresa el poder constituyente que somos capaces de concebir, generar y materializar.


[1] http://institutpaulofreire.org; http://www.rizoma-freireano.org

[2] Berardi, Franco (2017). Fenomenología del fin. Caja negra Editora. Buenos Aires.

[3] Lazzarato, Maurizio (2020). El capital odia a todo el mundo. Fascismo o revolución. Eterna cadencia editora. Buenos Aires.

[4] Freire, Paulo y Faúndez Antonio (2010). Por una pedagogía de la pregunta. Publicaciones del Instituto Paulo Freire y Edicions del CREC. Xàtiva.

[5] Mèlich, Joan-Carles (2004). La lección de Auschwitz. Herder. Barcelona

[6] Freire, Paulo y Macedo, Donaldo (1989). Alfabetización. Lectura de la palabra y lectura de la realidad. Paidós. Barcelona

[7] Benjamin, Walter (2005). Tesis sobre historia y otros fragmentos. Contrahistorias. México

[8] Freire, Paulo y Faúndez Antonio (2010). Por una pedagogía de la pregunta. Instituto Paulo Freire y Edicions del CREC. Xàtiva

[9] Fumagalli, Andrea (2010). Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación. Traficantes de sueños. Madrid.

[10] Gelpi, Ettore (2005). Educación permanente. La dialéctica entre opresión y liberación. Laboratori d’iniciatives ciutadanes Ettore Gelpi. Instituto Paulo Freire de España. Xàtiva.

[11] Ibáñez, Jesús (1997). A contracorriente. Editorial Fundamentos. Madrid.

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Pep Aparicio Guadas

Maestro, miembro del consejo gestor del Instituto Paulo Freire de España