Tras diez años de lucha, se firma el nuevo convenio de los centros educativos de iniciativa social de Euskadi

Un triunfo de la lucha sindical que no debemos dejar en un segundo plano por culpa de esta pandemia que todo lo arrasa.

Asistimos incrédulos a un relevo traumático en la presidencia de los Estados Unidos, como si fuese un hecho extraordinario que no hubiese ocurrido nunca. Pero no, yo esto ya lo he vivido; antes. En el año 2000, Al Gore perdió unas disputadísimas elecciones presidenciales frente a Bush Jr, y también, como ahora, tuvieron que intervenir los tribunales.

Pues bien, en su momento tuvimos la impresión de que, con la firma del acuerdo de fin de huelga de noviembre de 2019 con las patronales Kristau Eskola y AICE, se había cerrado un terrible período de conflictividad en los centros educativos de Iniciativa Social de Euskadi. El acuerdo, muy peleado, y muy trabajado, explícito y muy puntilloso en muchos de sus aspectos, cerraba grandes heridas, y daba portazo a litigios mantenidos durante más de diez años, justo desde el comienzo de la crisis económica surgida a partir de 2010, que trajo consigo los recortes en la financiación pública a la escuela concertada. 

Parecía abrirse una puerta a una negociación más normalizada, menos tensa y más productiva. Pero hete aquí que el devenir de estos meses nos ha vuelto a demostrar que algunos actores nunca cambian de registro, y que por muy diferentes que sean los personajes que les proponen los guiones, siempre acaban actuando como lo que son: ellos mismos. 

En el acuerdo de fin de huelga, todas las partes implicadas firmamos unas tablas salariales concretas, y una vigencia retroactiva del convenio a enero de 2017. Esas tablas, por supuesto, generaban unos atrasos a los que las empresas debían y aceptaban hacer frente. Lo hicieron libremente, estampando su firma en el acuerdo que lo acredita. 

Estamos hablando de primeros de noviembre de 2019. La fecha límite aceptada por todos para acometer esos pagos es el 31 de diciembre de 2020. El margen era importante, nada menos que 13 meses para prepararse y con la libertad de poder fraccionar los pagos en la cantidad de plazos que se estimara en cada empresa, según su propio criterio o poder económico. 

Hemos de decir que hay empresas que, o bien ya han cumplido, o ya han anunciado que lo harán durante este mes o el próximo, siempre antes de la fecha límite del 31 de diciembre. Pero hay otras que no. Y es inadmisible. Mucho más teniendo en cuenta que hay centro educativos que ya han contactado con los comités de empresa para anunciar que no pueden hacer frente al pago en la fecha indicada, y proponen aplazamientos hasta marzo del 2021 o más allá y que son administradas o gestionadas o controladas, o lo que sea, por personas que participaron directa y presencialmente, por parte de las patronales, en las negociaciones que llevaron a la firma del acuerdo de noviembre de 2019. 

En su día, en 2014, y tras la firma del acuerdo transaccional, cuando las patronales tuvieron que asumir que debían devolver la gran enorme deuda salarial que se había generado por un reiterado y  generalizado pago por debajo de las tablas del convenio colectivo de 2009, los sindicatos consentimos un plan y un sistema de pago, cómodo, muy fraccionado y con un bajo o nulo coste para las patronales (puesto que permitía hacerlo con partidas de dinero público destinado a otros fines, con el aval del propio departamento de Educación de Cristina Uriarte). Pues aunque ese plan consentía largos plazos, poco esfuerzo y bajo o nulo coste, las mismas empresas, las mismas personas que negociaron aquel y este acuerdo, los mismos administradores, gestores, o controladores o lo sea que plantean ahora esos aplazamientos los plantearon entonces. Con los mismos y peregrinos argumentos. Que si es mucho dinero, que si no nos ha dado tiempo a prepararnos, que si vamos a poner en peligro la viabilidad de los centros, que si hay que ser flexible, que si ya lo estamos dando todo, que si no llegamos a más, que si estamos al límite de lo que nos podemos permitir… y bla, bla y bla, hasta la extenuación.

Creo que el personal trabajador de este sector ha demostrado la tenacidad, la valentía y la constancia suficiente como para que las patronales anden pensando en repetir actitudes y maneras que en su día nos llevaron a la movilización. Y también creo que los sindicatos que los representan también hemos demostrado que no dudaremos en utilizar todos las herramientas sindicales y legales que sean necesarias. Señores y señoras, asuman sus compromisos, todos ellos, y cumplan. 

Nosotros y nosotras lo hemos hecho siempre.

CCOO Irakaskuntza.

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Julen Llanos

Responsable de Educación Privada de CCOO Irakaskuntza


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