“Donde antes había coches aparcados, ahora están los niños jugando, es una zona más de esparcimiento”

En el marco de la Semana Europea de la Movilidad, hablamos con Pedro del Cura, alcalde de Rivas Vaciamadrid (Madrid), sobre su recién estrenado Plan de Movilidad Sostenible y Segura en entornos escolares. 

Pedro del Cura, alcalde de Rivas Vaciamadrid

¿Cómo surge la idea de desarrollar este Plan de Movilidad Sostenible y Segura en los entornos escolares? ¿Por qué este proyecto?

En primer lugar, teníamos un compromiso con la comunidad educativa de la que formamos parte. En los centros educativos siempre se ha trabajado mucho, dentro del propio centro, en mejorar los proyectos educativos de los colegios y también en algo que es una prioridad en Rivas por la cantidad de niños y niñas que hay: todo lo que tiene que ver con la seguridad vial y con generar entornos escolares seguros.

A ello se unen dos situaciones: una, es que hemos detectado que, en los últimos tiempos, hay muchísima población escolar que se tiene que desplazar en vehículo privado porque se tomó una decisión por parte de la Administración educativa de generar una zona única de escolarización. Rivas tiene colegios a diez minutos andando desde cualquier parte. Cuando se decidió que esa zonificación escolar se rompía, la población escolar se empezó a dispersar. Eso ha provocado una problemática que es la acumulación de vehículos en las puertas de los colegios. Es un problema de movilidad y de pico de contaminación. Cuando hemos empezado a trabajar zonas de bajas emisiones (ZBE), en aplicación de la Ley de Cambio Climático, que obliga a las ciudades de más de 50.000 habitantes a intervenir, nos hemos dado cuenta de que está llegando un gran número de partículas contaminantes a los niños y niñas, y que se produce en las entradas y en las salidas fundamentalmente. Por lo tanto, si tenemos que hacer una primera intervención en zonas de bajas emisiones vinculando la salud con la seguridad y la movilidad, hay que hacerlo en los entornos escolares y debemos intentar que sean los más protegidos y seguros posible. De ahí todo el diseño.

Además, no podemos hacerlo solo experimentalmente en un centro o en otro, porque no tenemos tiempo que perder. Esto está afectando a todos los centros, sean públicos, concertados o privados. La contaminación no entiende de titularidades de los centros y establecimos que era prioritario.

Hay una parte que es muy técnica y que tiene que ver con cortar determinados accesos en unos horarios concretos. Se garantiza el acceso de personas con movilidad reducida o más pequeñitos que hay que entregárselos a su profe, y hay un periodo de parada de diez minutos; pero a los mayores se les dejará una o dos calles antes para que puedan ir andando. Lo siguiente es generar esas rutas escolares desde el punto de llegada. Ya nos gustaría que fuera desde que salen de su casa, pero en muchos centros no es posible. Nos tenemos que acostumbrar a que el vehículo tenga que ir por una ruta alternativa o nos tendremos que levantar cinco minutos antes, pero vamos a reducir de manera importante, casi en un 75%, el número de vehículos que estaba contaminando en los entornos escolares.

Casi todo el mundo lo ha entendido más allá de lo que supone al principio una medida así. Por eso queríamos hacerlo en el arranque del curso, que es cuando uno se organiza la vida. Y eso es lo que hemos puesto en marcha y es lo que, de manera experimental, estamos evaluando, tanto desde el punto de vista de salud pública como de la propia comunidad educativa, porque seguramente habrá muchas cosas que cambiar y estos planes tienen que ser muy flexibles e ir adaptándose y mejorándose en los terrenos que sean. Hemos ganado casi 5 km de vía pública para la gente. Ahora si vais a la puerta de un colegio veis a las mamás y papás sentados en los bancos de fuera. Donde antes había coches aparcados, ahora están los niños jugando, es una zona más de esparcimiento. Lo que hacemos es que la zona de seguridad, que era la valla escolar, sale un poco a la calle y se amplía, como una extensión en donde las familias hablan y se encuentran, queremos que sea un espacio en el que la gente pueda estar relajada charlando y haciendo cosas. Por eso haremos más actuaciones en la vía pública para que se conecte el cole con la calle.

Pedro del Cura (Madrid, 1974) es alcalde de la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid desde 2014

Pedro del Cura, alcalde de Rivas Vaciamadrid (Madrid)

«El poder de transformación de los niños y niñas avanza mucho más que muchas campañas para adultos que muchas veces ni funcionan»

Fundamentalmente el plan de movilidad ha consistido en regular espacios, cerrar calles y crear caminos escolares. ¿Hay una segunda fase de este plan donde se plantee alguna acción adicional? En concreto, ¿los caminos escolares seguirán la estela de otros territorios? ¿A pie, en bici, con monitores…?

La primera fase tiene que ver con liberar los entornos escolares y convertirlos en entornos seguros y más habitables. De hecho, en el horario escolar no puede entrar ni el vehículo eléctrico, porque tiene también un componente de seguridad. Alguien puede decir, el coche eléctrico no contamina; ya, pero atropella. Por lo tanto, en ese horario entran solamente servicios públicos: el autobús o quienes tengan autorización para ello.

La segunda fase tiene que ver con la organización para ir al centro, para ir y volver a casa. En esta ciudad llevamos muchos años haciendo caminos escolares de diferentes formatos. En algunos centros se hace en colaboración con el AMPA. En otros se ponen monitores. Ahora hay que estudiar el punto de recogida, porque la idea es que el tránsito por el barrio sea también una actividad educativa. Nosotros formamos parte de la red de ciudades educadoras desde hace muchos años. Entendemos que desde que uno sale de su casa todo es educativo. Todo te influye y todo te enseña cosas, independientemente de hacerlo a pie o en bici. Para eso también deben estar preparados los centros. Para ir en bici las rutas escolares deben ser seguras. Para ello estamos planificando que el carril bici de las aceras sea solo escolar y meter los carriles bici más para moverse en la calzada. La idea es ir quitándole al coche más predominancia, reducir cada vez más la velocidad en la vía pública. En la mayoría de los centros está ya reducida a 20 km/h. Y que haya aparcamientos seguros de bicis. En casi todos los centros educativos va a haber cerca un punto de Bicinrivas, un sistema de bicis eléctricas que se usa con una aplicación del móvil.

Otro elemento importante es fortalecer el servicio público de autobuses como rutas escolares. Así, niñas y niños pueden ir seguros en el autobús para acercarse a su colegio. Todos los entornos escolares tienen parada de autobús y estamos trabajando con el consorcio un sistema de lanzaderas de tal manera que una mamá o papá pueda dejar a su hijo o hija en el autobús y sabe que a esa hora estará el mismo conductor con el mismo grupo de chicos y chicas. Esto es un proyecto para Primaria, porque el alumnado de Secundaria ya lo usa mayoritariamente. Esto también es para que nos acostumbremos a utilizar los servicios públicos. Parece que un autobús está pensado para personas adultas adultos y jóvenes, y no para la población escolar. Es importante fortalecer el ecosistema de servicios públicos y orientarlo a la parte escolar en esas franjas de horarios.

 

¿Se ha considerado implantar puntos de recogida de bicis en los institutos?

Se van a poner 200 bicicletas y 35 estaciones nuevas en la ciudad, y es importantes que sean eléctricas, porque Rivas es una ciudad con muchas pendientes. Otra cosa relevante es que puedas ir con tu propia bicicleta y que puedas dejarla en una zona segura a salvo de robos y de la lluvia. En algunos centros, como el Victoria Kent, dentro de su proyecto educativo hay una serie de actividades vinculadas a la bicicleta. Incluso planteaban como extraescolar un taller de reparación para que cada estudiante reparara su bici, la tuneara y se planteara la bici como una actividad educativa, no solo de transporte. Cuidar un poco, poder meterla en el centro. Al igual que los skates y scooters, que son otras modalidades de movilidad, muchos niños y niñas tienen patines y hemos montado varias zonas de patinaje y pump track en la ciudad.

Por tanto, en esta segunda fase hay que reducir o eliminar las emisiones, cortar el tráfico donde corresponda y garantizar todas las formas en las que nos podemos mover por la ciudad y, por tanto, ir y volver del cole generando un entorno amable y adaptado a ese uso.

 

¿Cómo ha acogido la comunidad educativa este proyecto?

Cuando terminamos el proceso en junio lo acogió todo el mundo muy bien. Cuando empezamos a pintar las rayas rojas y amarillas había mucha incertidumbre. Hubo más caos antes de ponerlo en marcha que cuando empezó. La derecha tiende a cuestionar todo lo que tiene que ver con la salud y el cambio climático, porque no se sabe muy bien a qué interés representan, lo que generó inquietud entre las propias familias por miedo sobre dónde tendrían que dejar los coches. Les hemos intentado tranquilizar aclarando que no iba a haber denuncias ni sanciones. Finalmente, casi no ha habido incidencias. La resistencia inicial ha sido muy parecida a la que afloró cuando hicimos espacios peatonales algunas calles durante la pandemia, para que las personas pudieran salir a pasear con seguridad. Tuvimos alguna presión para volverlas a abrir al tráfico y aguantamos esa presión, y ahora mismo ya nadie te pide que las abras porque la gente ya se ha apropiado de ellas: se han convertido en espacios para todos. Y con los coles es igual, hay una serie de medidas que hay que hacer y que no hace falta llegar al límite para ponerlas en marcha (2023). Tiene sentido hacerlas a comienzo de curso, evaluar su impacto para que el siguiente curso lo hagamos mejor, porque siempre todo es mejorable.

 

Has hecho referencia al tema de la zona única, que es un problema grave. A su vez, hay una falta de plazas públicas en el municipio. ¿Qué se puede hacer desde la municipalidad para mejorar la calidad educativa? ¿Qué consejos darías a otros municipios según vuestra experiencia?

Si en un mismo barrio hay diferentes colegios para llevar a tu hijo o hija, es una barbaridad aplicar una zona única. Los datos están claros y además la segregación se sigue produciendo porque hay familias que tienen posibilidades y otras no. Además, que el centro deje de ser el cole para convertirse por las tardes en el centro sociocultural y deportivo del barrio y punto de encuentro de las y los chavales no ocurre cuando tu cole está lejos de donde vives, creando una disonancia entre el entorno del barrio y el escolar que desestructura los barrios. Se ha demostrado que es un fracaso y debería tener una revisión. Al menos un diálogo con los ayuntamientos. El problema de la Comunidad de Madrid es que no dialoga con la comunidad educativa y los ayuntamientos formamos parte de la comunidad educativa.

Respecto a la falta de plazas públicas es algo muy grave, que solo ha ocurrido en esta legislatura con Ayuso. Rivas siempre ha adelantado fondos para garantizar que la gente que viene a vivir tenga el cole cerca de su casa. Adelantábamos los fondos desde el Ayuntamiento y luego la Comunidad nos lo devolvía. Somos la población de Madrid con más centros por habitante de media, donde más concentración hay de escuela pública. Hay un convenio para hacer el CEIP Mercedes Vera y el IES Margarita Salas, y la Comunidad no solo no los construye, es que ni siquiera nos permiten adelantar los fondos para que se hagan argumentando que los coles que se hacen en Rivas salen más caros porque se pone comedor, cocina…

 

Sabemos que ha habido alguna intervención de ONG instalando placas solares en La Cañada Real, pero ahora que se aproxima el invierno, ¿cuál es la situación actual en relación a la energía?

Al final una chabola con una placa solar es una chabola. Hay que eliminar el chabolismo. Hay niños y niñas que viven en esas infraviviendas. Si a sus padres no se les puede garantizar un trabajo digno que les reporten los ingresos necesarios para acceder a una vivienda digna, habrá que facilitarles ese derecho a una vivienda, que es lo que dice el pacto de la Cañada Real que yo firmé personalmente. En ese sentido estamos trabajando con Comunidad de Madrid, Delegación de Gobierno y Ayuntamiento de Madrid para garantizar que esas familias tienen derecho prioritario al acceso a una viviendo en condiciones. Antes de Filomena, cuando se quedaron sin luz pusimos en marcha medidas paliativas. Abrimos dos centros educativos públicos para que se pudiera alojar a los peques y se abrieron centros públicos para que pudieran hacer los deberes. Durante Filomena, se habilitaron habitaciones de hotel, pero la gente lo que quiere es tener una vivienda en condiciones, digna. Maquillar la exclusión social solo la perpetúa, no la extingue, y hay muchas medidas que parecen muy progresistas, pero al final son muy racistas puesto que lo único que hacen es mantener o potenciar al asentamiento del mayor núcleo de exclusión social que existe en el sur de Europa. Tanto la ONU como la Comisión Europea han reclamado al Gobierno que intervenga de una vez. Aquí no vale escudarse en competencias, lo preocupante es la situación de cientos de niños y niñas sobre todo del sector 4 y 5 que están en los colegios de nuestra ciudad. Existía una comisión compartida de escolarización entre el área centro y el sureste para la población de Cañada y hace como 6 o 7 cursos dejó de reunirse, dejando al alumnado de la Cañada a su suerte. Hay que hacer una hoja de ruta clara, allí no se puede vivir. El sitio es insalubre porque no se puede vivir a 100 metros de una incineradora, no se puede vivir debajo de un tendido eléctrico de alta tensión, no se puede vivir con un impacto de ruidos pegados a la M50 y se tiene que vivir en casas dignas, que es una reivindicación histórica del movimiento obrero. Tiene que haber una oferta de vivienda pública suficiente que garantice esto. Mientras tanto, todo lo que se haga serán medidas paliativas.

Pedro del Cura, alcalde de Rivas Vaciamadrid (Madrid)

Además de la movilidad, ¿tenéis previsto actuar en otros aspectos de la emergencia climática?

Hace 4 años comenzamos a concienciar a la población con el consumo energético. El Ayuntamiento de Rivas se constituyó como operador energético. Somos de las pocas ciudades que compra directamente la energía en el mercado sin distribuidora. Compramos la energía que consumimos todos los días. El excedente de consumo que antes se apropiaban las compañías y que llevaban al mercado secundario, consiguiendo ahorros en la factura de los ciudadanos. Transferimos el concepto de comunidad energética con las comunidades de vecinos y con el sector empresarial, sobre todo con la pequeña hostelería. En el ámbito educativo pusimos en marcha el proyecto 50/50:  a través de una campaña de conciencia sobre el ahorro energético en la población escolar y con una medición del consumo energético del curso anterior, se establecieron una serie de medidas de ahorro energético. El 50% del dinero que se dejó de gastar se invirtió en elementos de eficacia energética en los centros y el otro 50% en lo que el alumnado quisiera (viajes de fin de curso, excursiones, etc.). Medidas tan sencillas como cerrar el grifo o apagar la luz suponen un ahorro grande. En cuanto al reciclaje, llevamos años trabajándolo y son los chavales los que incorporan la cultura del reciclaje en la familia. Ellos son los que educan sobre tratamiento responsable de los residuos. El poder de transformación de los niños y niñas avanza mucho más que muchas campañas para adultos que muchas veces ni funcionan. Este sistema para el cambio climático funciona y ahorra.

 

Os habéis planteado la rehabilitación de edificios o adaptación para convertirlos en más sostenibles?

La idea es conseguir edificios sostenibles. Casi todos los edificios públicos de la ciudad tienen placas solares. Generan energía y la pinchan a la red. Es verdad que hay que conseguir sostenibilidad y que estos beneficios se transfieran a la sociedad. Te puedes gastar mucho dinero en tecnología, pero si no has transferido esa conciencia sobre el planeta no has conseguido el objetivo. Preferimos ir más despacio pero con la gente en lugar de avanzar solos. La potencialidad de estos procesos me recuerda al cartel del 15M “Vamos despacio porque vamos lejos”.

«Hemos ganado casi 5 km de vía pública para la gente que antes eran para los coches»

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