Yo, la educación

SOY TAN IMPORTANTE QUE TENGO MI PROPIO DÍA INTERNACIONAL (el 24 de enero) y mi propia comunidad: la educativa, formada por aquellas personas con un papel activo, fundamentalmente alumnado, profesorado, personal de apoyo y familias.

Facilito la adquisición de conocimientos, habilidades, valores, creencias, hábitos…, lo hago de una manera formal en centros educativos a todos los niveles: preescolar, primaria, secundaria, formación profesional, bachillerato, universidad, escuelas profesionales, de idiomas, de música… Pero también de manera informal en el entorno sociofamiliar, ya que cualquier experiencia con efecto formativo en la manera de pensar, sentir o actuar (en general, todas lo tienen), puede considerarse educativa.

El artículo 123 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 de la ONU reconoce el derecho de todas las personas a la educación. En un buen número de países, soy obligatoria en algún tramo o hasta una determinada edad, pero no en todos. Según datos de la Unesco, en el mundo hay unos 263 millones de menores sin escolarizar, de los cuales 61 millones deberían cursar educación primaria (de 6 a 11 años); 60 millones, el primer ciclo de secundaria (de 12 a 14 años); y 142 millones, el segundo ciclo de secundaria (de 15 a 17 años).

Tal y como muestran los datos de la OCDE de 2018, de todas las regiones del mundo, África subsahariana es la que presenta los índices de escolarización más bajos: tan solo una quinta parte de menores entre 6 y 11 años acuden a la escuela, y hay grandes diferencias en relación al sexo, la ubicación y los recursos económicos. A pesar de todos los esfuerzos realizados, las niñas siguen teniendo menos probabilidades de estar escolarizadas que sus compañeros. Así, actualmente hay 10 millones de niños y 15 de niñas sin escolarizar.

Los Estados miembro de Naciones Unidas se comprometieron en 2015, en la Agenda de Desarrollo Sostenible, a “velar por que todas las niñas y todos los niños terminen los ciclos de la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados escolares pertinentes y eficaces” para 2030. Pero estamos lejos de este objetivo.

Podemos decir que la base de todo es enseñar-aprender a LEER, así con mayúsculas, que es mucho más que reconocer las palabras escritas en un papel, es comprender lo que se lee, saber discernir lo importante de un texto, formarse una opinión, desarrollar un pensamiento crítico a partir de lo que se lee, se oye, se ve, se vive. Y enseñar-aprender a ESCRIBIR, así con mayúsculas, que es mucho más que dibujar palabras en un papel, es saber expresar ideas, describir paisajes, hechos, emociones, sentimientos… a través de la escritura. A partir de ahí, es posible aprender todo lo demás. No hay profesión más bonita que la de enseñar y, por supuesto, la de aprender.

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María Díaz

Secretaría de Políticas Sociales de FECCOO