El último ejemplo lo tenemos con esta ola de calor, o episodio extremo de calor, la más temprana de la historia, que ha hecho su aparición a mediados de mayo. No es normal que en la semana del 16 al 22 de mayo, cuando aún falta un mes para la primavera estacional y casi dos semanas para la primavera meteorológica, tengamos unas jornadas de calor con temperaturas que en el mediodía peninsular superaron o estuvieron cerca de los 40º C, y con un balance de hasta 35 provincias con temperaturas máximas 10 grados por encima de lo que sería habitual en la época, destacando Jaén con 17,1º más de la media.
Un calor fuera de lo normal para este mes, con temperaturas más propias de los días más calurosos de finales de julio o principios de agosto, batiendo numerosos récords desde que existen registros, como los 40,6º de Córdoba (13,2º por encima de la media), los 33,7º de Zamora (12,5º por encima de la media), los 35,4º de Donostia (14,7º por encima de la media) o los 37,3º de Girona (con 14,9º por encima de su media), siendo las mínimas también de récords como los 20,7º de Segovia o los 19,8º de Salamanca. Y eso a pesar de que las nubes altas suavizaron un poco las máximas diurnas. Obviamente, en el interior de las ciudades a estos datos hay que sumar al menos otros 4-6 grados más por efecto del asfalto de las calles, de las paredes de edificios, la falta de sombra, etc., por efecto del fenómeno de isla de calor que generan las ciudades.
Modificación de las jornadas y del calendario escolar
Hace ya cinco años, en junio de 2017, desde CCOO advertimos de la necesidad urgente, que ahora lo es aún más, de dotar a la mayor parte de los centros educativos de nuestro país, al menos a todos los ubicados en la costa del litoral mediterráneo, en el sur peninsular, en las dos mesetas, en la cuenca del Ebro y el interior de Galicia, de los indispensables elementos de refrigeración que son casi inexistentes en los centros educativos de nuestro país, algo que no ocurre con casi ningún otro tipo de edificios.
No podemos permitir que nuestros hijos e hijas tengan que acudir a clase a ejercer su derecho a recibir una educación de calidad en condiciones indignas, como son las que se dan en nuestras aulas, cuando las temperaturas pueden alcanzar en su interior valores cercanos a los 40º C. Esto genera, como ya lo ha hecho en años anteriores, situaciones en las que el alumnado tiene que ser atendido por golpes de calor, lipotimias, vómitos, mareos, etc., habiendo sido necesario, en los casos más extremos, la intervención de los servicios de Urgencia de las distintas administraciones sanitarias del país.
Por lo pronto, desde FECCOO exigimos que las autoridades educativas sean más ágiles, más decididas, más empáticas y racionales de lo que suelen ser, determinando con carácter urgente e inmediato la entrada en vigor de los horarios de verano para los centros de Infantil y Primaria, y la reducción de la jornada escolar en al menos una o dos horas en los centros de Secundaria, comprimiendo su jornada.
La tozudez, la desidia, la falta de respeto y de humanidad y, sobre todo, la más absoluta falta de raciocinio suele guiar las decisiones de unas administraciones educativas que, instaladas en sus confortables despachos provistos de aire acondicionado, son incapaces de comprender lo que supone impartir y recibir clase con las tórridas temperaturas que se generan durante una ola de calor.
En cualquier caso, desde FECCOO consideramos imprescindible y necesario abordar este asunto desde dos vías: la primera y más urgente es resolver el problema actual, y para ello proponemos vincular el calendario de final de curso de una manera flexible, de forma que, en función de la situación meteorológica concreta, la Administración pueda adaptar de forma inmediata las jornadas escolares durante el final de curso, incidiendo incluso en su duración, ya que, si es necesario, habría que interrumpir las clases algunos días o incluso semanas antes.
Derecho a la salud
Insistimos en que lo prioritario, y por encima de toda, es el derecho a la salud del alumnado y del profesorado. Es decir, en situaciones como estas, excepcionales, deben tomarse medidas igualmente excepcionales y, por lo tanto, al haber sido decretadas en numerosas provincias españolas alertas amarillas y naranjas por altas temperaturas –por parte de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET)–, se deben adoptar medidas tendentes a paliar el impacto en la labor docente y en las condiciones de salud e higiene del alumnado y del profesorado.
También planteamos desde FECCOO que, ante situaciones de este tipo, se permita a los centros, en base a su autonomía organizativa y en función de sus características específicas (ubicación geográfica, orientación, tipología constructiva, existencia o no de elementos de refrigeración, etc.) y etapas a las que imparte enseñanza, adoptar medidas tendentes a paliar los efectos de esta ola de calor, garantizando la salud y el bienestar del profesorado y del alumnado.
Es fundamental, además, que todas las medidas que se adopten y se puedan tomar se hagan públicas y por lo tanto lleguen a todas las familias, informándoles de los riesgos que corren sus hijos e hijas en situaciones de este tipo en centros escolares que, si bien es cierto que, con mejores o peores dotaciones, están adaptados para combatir el frío, no lo están en la mayor parte de los centros para el calor. Insistimos en que este tipo de medidas pueden ir desde la suspensión generalizada de las clases o su adaptación al entorno de cada centro, o bien reducir la jornada escolar, de forma que las clases terminen a las 12:00 o a las 13:00 h., amoldándose a las alertas decretadas por la AEMET.
Llegados a este punto, desde FECCOO creemos que es necesario recordarles a las administraciones educativas que el Real Decreto 486/1997, de 14 de abril, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo, y que es de aplicación y de obligado cumplimiento en todos los centros de trabajo, sin excepción, dice en su ANEXO III (Condiciones ambientales de los lugares de trabajo):
“1. La exposición a las condiciones ambientales de los lugares de trabajo no debe suponer un riesgo para la seguridad y la salud de los trabajadores.
2. Asimismo, y en la medida de lo posible, las condiciones ambientales de los lugares de trabajo no deben constituir una fuente de incomodidad o molestia para los trabajadores. A tal efecto, deberán evitarse las temperaturas y las humedades extremas, los cambios bruscos de temperatura, las corrientes de aire molestas, los olores desagradables, la irradiación excesiva y, en particular, la radiación solar a través de ventanas, luces o tabiques acristalados.
3. En los locales de trabajo cerrados deberán cumplirse, en particular, las siguientes condiciones:
a) La temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17º y 27 ºC.
La temperatura de los locales donde se realicen trabajos ligeros estará comprendida entre 14º y 25 ºC.
b) La humedad relativa estará comprendida entre el 30 y el 70 por 100, excepto en los locales donde existan riesgos por electricidad estática en los que el límite inferior será el 50 por 100”.
Por lo tanto, los centros educativos estarían englobados en los centros en cuyos locales se realizan trabajos sedentarios (no es el caso de las clases de Educación Física en la práctica deportiva), propios de oficinas o similares, y las temperaturas, por tanto, deben estar comprendidas entre los 17º y los 27º C. Teniendo en cuenta que en cientos de centros educativos de nuestro país en las aulas en estos días se están superando los 30 y hasta 35 grados, se hace urgente una respuesta rápida, ágil y clara de todas las administraciones educativas que vayan en la línea de lo dicho con anterioridad, es decir, la suspensión de las clases mientras persista esta alerta por altas temperaturas, según las características del centro. Eso sí, con las salvedades oportunas que pueden tener que ver con la asistencia a exámenes que pueden concentrarse a primeras horas del día, u otras que no supongan un riesgo evidente.
Cambio climático
Pero este asunto tiene una dimensión más a largo plazo y que tiene que ver con la realidad incuestionable del cambio climático. Por lo tanto, este caso puntual que se ha producido de manera excepcional en estas fechas de finales de curso, en mayo, será una tendencia cada vez más real y persistente en los próximos años, como así apuntan todos los datos científicos.
Solo hay que leer lo que han dicho científicas y científicos participantes en la elaboración del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) que augura para nuestro país y la cuenca mediterránea no solo una elevación de las temperaturas, sino un adelanto en la llegada del verano y un retraso en su finalización, con olas de calor más tempranas y más tardías, con mayor número de ellas, con una duración más amplia y, por lo tanto, con mayores riesgos y daños para la salud de los seres humanos. Llevamos varios años con primaveras que están alcanzando los valores térmicos más elevados desde que existen registros, siendo algunos de ellos los más cálidos de la historia de nuestro país. Los modelos indican que el verano térmico no solo será más largo, sino que sus temperaturas medias serán mayores, además de lo ya mencionado en cuanto a las olas de calor.
Como indican desde la AEMET, en base a los modelos climáticos manejados, hasta el año 2010 las predicciones señalaban que durante mayo era esperable que al menos un día superase los 23,5º de media en un período de retorno de 212 años, lo que supone casi 4º grados más de lo normal. Desde ese 2010, la Agencia ha señalado que esta probabilidad se ha multiplicado casi por cinco, lo que significa que estos episodios no tendrán lugar una vez cada 212 años, sino que se repetirán cada 46 años. Esto es una prueba fehaciente de uno de los efectos del cambio climático, el incremento de fenómenos extremos, en especial de olas de calor o episodios de altas temperaturas. Y no podemos olvidar que este año ya hemos superado en 5 días los récords de días más cálidos de la historia, el 1 y 2 de enero, y 19, 20 y 21 de mayo. Los anteriores récords de este mes son de 2015, lo cual redunda en lo que hemos afirmado.
Por lo tanto, urge abordar un plan nacional para adaptar los centros escolares a estas nuevas realidades. No tiene ningún sentido que todos los edificios de oficinas, los centros comerciales, el resto de los edificios oficiales (ministerios, consejerías, ayuntamientos, etc.) cuenten con aparatos de aire acondicionado, mientras que los lugares en los que estudian niñas y niños (que junto con los adultos mayores son el grupo de población más propenso a sufrir golpes de calor) no dispongan de ellos.
Hay que recordar, además, que históricamente en nuestro país el calendario escolar se ha fijado dejando dos meses (julio y agosto) sin jornadas lectivas, entre otras cosas por las especiales características climáticas de nuestro país. Pero en aras de ser coherentes con los retos que nos pone el cambio climático, desde FECCOO exigimos que una parte de los fondos europeos de resiliencia, o cualesquiera otras partidas, se destinen no solo a instalar aparatos de refrigeración en los centros educativos, sino que, además, se dote a estos de los necesarios elementos de generación eléctrica fotovoltaica para que el aumento del consumo no repercuta en la factura de los depauperados centros escolares y para que esto sea un elemento más de la lucha contra el cambio climático. Además, la instalación de estas placas solares haría que los centros educativos se convirtiesen en generadores de electricidad para su entorno. Por lo tanto, debemos convertir este tipo de actuaciones en inversiones de futuro.
Desde FECCOO queremos insistir en que no se trataría necesariamente de poner aparatos de aire acondicionado en todos los centros sin más, sino de abordar un plan global que conlleve el estudio y análisis de la realidad bioclimática y de confort de todos los centros, uno a uno, para determinar sus características en base a su ubicación geográfica, orientación, grado de exposición al sol, tipología constructiva, materiales de construcción empleados, calidad del aislamiento, etc., de forma que se determinen sus necesidades específicas (mejor ventilación, mejores cerramientos, mejor aislamiento de paredes, mejor cubrición, necesidad de aparatos de aire acondicionado, etc.) y acometer un programa de adecuación, siempre contemplando la incorporación de placas solares y otra cuestión que es prioritaria, necesaria, urgente y no conlleva un coste excesivo, como es dotar a todos los centros con elementos de sombra, tanto arbórea, que sería la ideal, pero que, dado su lento crecimiento, debería complementarse con espacios abiertos sombreados con medios artificiales, como techados, paseos porticados, etc.
Desde FECCOO hemos iniciado una campaña de información a toda la comunidad educativa, y sobre todo al Ministerio y las distintas consejerías de Educación, para que se aborde este asunto de manera urgente e inmediata.