El sindicalismo como herramienta vital para conseguir la igualdad real

EL SINDICALISMO TIENE COMO OBJETIVO MEJORAR LAS CONDICIONES DE TRABAJO DE TODA LA CLASE TRABAJADORA –hombres y mujeres– y la igualdad forma parte de su ADN. Sin embargo, siempre se ha dado prioridad a la igualdad de clase, quedando relegada la igualdad de hombres y mujeres, una dimensión de la igualdad que desde hace unas décadas se ha revelado vital por el empuje del feminismo y de las propias
trabajadoras.

En este sentido, la historia de CCOO es peculiar, pues, desde su creación, en la que muchas mujeres estuvieron implicadas, ha contado con una Secretaría de Mujer, que, además de las tareas propiamente sindicales desarrolladas mediante la negociación colectiva, ha denunciado la violencia de género, el acoso sexual o por razón de género; ha demandado corresponsabilidad, la revalorización del trabajo de cuidados, o luchado contra la brecha salarial y la de las pensiones.

Ejemplo de todo ello es la manera en la que se negocian los planes de igualdad, donde es necesaria siempre la presencia de las organizaciones sindicales, bien a través de las delegadas o delegados o como sindicatos más representativos del sector, y donde se han regulado las materias imprescindibles (proceso de selección, registro retributivo, infrarrepresentación femenina y un largo etcétera), así como la presencia de los sindicatos en el seguimiento de los planes, para asegurar su aplicación.

Otro botón de muestra importante es la negociación del salario mínimo interprofesional o de la reforma laboral, en la que Comisiones Obreras ha sido un pilar imprescindible, donde las mejoras salariales y laborales afectan de manera muy considerable (mejorando salarios, convirtiendo contratos por obra en fijo discontinuos o indefinidos, disminuyendo la temporalidad…) a sectores altamente feminizados y vinculados con el sector de la enseñanza como son ocio educativo, centros de menores, centros de discapacidad, academias, entre otros.

Toda esta actividad, desarrollada y vinculada en materia de políticas de igualdad, ha aumentado aún más en los últimos años, sobre todo desde que en el 12º Congreso Confederal se definió el sindicato como feminista y de clase en sus principios, y se está desplegando un esfuerzo importante en la elaboración, implementación y evaluación de los planes de igualdad, ya que la obligada presencia supone un gran esfuerzo para toda la organización, sin dejar de entender el proceso y la participación del sindicato como algo muy positivo.

La actividad sindical es vital para conseguir, entre otros aspectos, acabar con la brecha salarial, lograr un mejor y mayor acceso al empleo de las mujeres en determinadas ocupaciones y sectores, prevenir el acoso sexual y denunciarlo cuando se dé, y eliminar los androcentrismos en las promociones o conseguir redistribuir los cuidados entre hombres y mujeres, todas reivindicaciones de CCOO desde hace años.

La educación es una herramienta vital de cambio y progreso social para poder acabar con la discriminación, la violencia de género, la brecha socioeconómica, las desigualdades sociales y un largo etcétera; sin embargo, aún en el sector de la enseñanza persiste la discriminación. A pesar de ser un ámbito altamente feminizado, la representación gráfica es una pirámide donde el número de mujeres disminuye a medida que aumenta el nivel formativo y los puestos de prestigio.

El techo de cristal también en este sector se sigue reproduciendo. Siendo por ello vital también la negociación y la aplicación de medidas y planes de igualdad, a pesar de que un gran número de personas entiende que al estar altamente feminizado no existe brecha de género. Ejemplo de ello son los resultados que podemos observar en las últimas estadísticas publicadas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) en el informe Datos y cifras actualizadas en septiembre de 2022, que tiene por objeto ofrecer los datos estimados al inicio del curso escolar sobre las principales variables del sistema educativo español.

Como se puede constatar en el gráfico, los resultados son descorazonadores, porque indican que, conforme avanzan las etapas, hay menos mujeres en los claustros y poquísimas en la dirección, a pesar de que, en total, un 72% del personal docente del sistema educativo no universitario son mujeres.

Por otra parte, a nadie se le escapa que, a pesar de su importancia, la educación y la enseñanza están infravaloradas y mal pagadas, como sucede con todo lo que tiene que ver con el ámbito de los cuidados. Urge poner en su lugar y dar valor a lo que realmente lo tiene y para ello se necesitan delegadas y delegados de CCOO, que sabemos que se implican en esta tarea, y el apoyo firme de sus compañeras y compañeros para que estas personas delegadas puedan continuar realizando tan importante labor.

Con la incorporación en las listas electorales y el apoyo en votos conseguiremos poner la igualdad de género en el lugar que le corresponde en el doble sentido de conseguir mejoras laborales, por un lado, y transmitir la igualdad como valor esencial en la docencia, por otro. La tarea es inmensa, pero con la colaboración de todas y todos lo conseguiremos.

Por la igualdad, CCOO.

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Begoña Marugán Pintos

Adjunta de la Secretaría confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO