Más recursos = más salud
Es imposible desarrollar nuestra labor de manera saludable si nuestras condiciones laborales no lo son. La falta de recursos humanos y materiales conlleva siempre sobrecarga de trabajo y es en ese momento cuando los riesgos psicosociales aumentan de manera exponencial. Más profesionales de educación (docentes, PAS…), bajada de ratio, más inversión educativa se traducen en menos riesgos y, por tanto, más salud para las personas trabajadoras de la enseñanza.
Visibilización y reconocimiento de enfermedades profesionales
Otro de los graves problemas a los que tenemos que hacer frente de manera decidida es acabar con la infradeclaración de enfermedades profesionales en el ámbito de la enseñanza, mediante un plan que actualice el registro de enfermedades profesionales de nuestro sector.
Atención a la diversidad de los colectivos profesionales
A su vez, debemos tener en cuenta la diversidad de perfiles del ámbito educativo para diseñar medidas de prevención eficaces para cada colectivo. Dos claros ejemplos son las enseñanzas artísticas y la Formación Profesional. En el primer caso, queda mucho camino por recorrer en la prevención de riesgos laborales, reconocimiento de patologías asociadas y otros muchos factores. En la FP, en tanto, la variedad de familias profesionales tiene que ver recogida la prevención atendiendo a esta diversidad. Hay que prestar atención también al estado de los equipos, materiales y otros aspectos, lo que nos obliga a redoblar la vigilancia ante los posibles riesgos.
Riesgos psicosociales y salud mental
Sin duda alguna, la alta exposición a riesgos psicosociales es el tema que nos preocupa, especialmente en la protección de la salud laboral en el ámbito educativo, tanto por su importancia como por su alta incidencia entre nuestras y nuestros profesionales. Necesitamos abordar planes integrales de atención a la comunidad educativa en su conjunto para que sean realmente eficientes. Además de trabajar los riesgos psicosociales de docentes y PAS/PSEC educativos, hay que realizar acciones coordinadas con el alumnado y las familias.
En lo concreto, además de los planes por desarrollar desde las administraciones, los centros educativos deben organizar de manera adecuada el trabajo para proteger la salud de todo el personal educativo. Cuando el trabajo no está bien organizado, aumentan las situaciones en las que se pone en riesgo a la plantilla dando lugar a conflictos, estrés, burnout, etc. Si desarrollamos prácticas saludables, mejoraremos el bienestar y reduciremos los riesgos. Las cargas de trabajo tienen que diseñarse para que el reparto sea equilibrado, fomentar la comunicación eficaz, reconocer la labor de compañeros y compañeras, y simplificar los procesos para no perdernos en una burocracia excesiva.
Transición digital
La transición digital está suponiendo grandes avances para la sociedad, pero no hay que descuidar los riesgos asociados para la salud de las y los trabajadores de la enseñanza en este tema. Hay que desarrollar planes que impulsen las desconexión digital con garantías de salud y seguridad si queremos prevenir riesgos psicosociales, ergonómicos, etc.
Las brechas también son riesgos para la salud
Clase, edad, género y orientación son elementos clave en nuestra profesión con un perfil claramente precarizado (especialmente en determinados colectivos y en la mayoría de las personas jóvenes) y feminizado, en su conjunto. No solo hablamos de diversidad y justicia social, sino también afirmamos que, aunque todas las personas nos enfrentamos a los mismos riesgos, el grado de exposición varía en función de las brechas a las que estamos sometidas. El punto de partida es que la discriminación afecta a nuestra salud y por ello hay que combatir las brechas. La precariedad, las dificultades para conciliar, el miedo a vivir tu orientación sexual en libertad por temor a posibles discriminaciones, entre otros, son factores añadidos también en el ámbito de la enseñanza.
Por ello, uno de los principales retos de la salud laboral en la enseñanza es proteger la seguridad y salud de los colectivos más precarizados en los que las condiciones laborales afectan en mayor medida al posible desarrollo de enfermedades relacionadas, como ansiedad, estrés, riesgos ergonómicos… La conciliación sigue siendo una dificultad para las mujeres, también en la enseñanza. La doble presencia y la asunción de tareas de cuidados de manera desequilibrada en el ámbito familiar son factores de riesgo sobre los que debemos actuar para que se produzca una verdadera visibilización y concienciación social.
Cancerígenos y mutágenos
Nuestros centros educativos también presentan riesgos relacionados con agentes cancerígenos y mutágenos. En algunos casos son las instalaciones el foco y, en otros, los materiales que se encuentran en laboratorios, aulas técnicas y almacenes. Son especialmente importantes los riesgos relacionados con el amianto y el radón, en los que desde CCOO llevamos años trabajando y a los que seguiremos dedicando nuestro esfuerzo para erradicar los peligros que conllevan en la comunidad educativa.
El reto de la emergencia climática
La emergencia climática nos obliga a tomar medidas ambiciosas para minimizar los efectos nocivos para la salud en el ámbito educativo. Prueba de ello es la exposición a temperaturas extremas y los desastres naturales que cada vez afectan más a nuestros centros. Es necesario trabajar a varios niveles: adaptar las infraestructuras, organizar las jornadas adaptadas a los cambios e impulsar acciones desde la escuela que contribuyan a frenar el cambio climático.
En definitiva, tenemos mucha tarea por delante, pero la seguridad y la salud de las personas trabajadoras de la enseñanza merecen todo nuestro esfuerzo y dedicación. Todos estos temas son los que recorren transversalmente este número de nuestra revista.
