En este contexto, las organizaciones firmantes han otorgado un especial protagonismo a la formación y cualificación profesional al dedicarle un apartado propio (capítulo V).
En él se recoge la necesidad de adaptar las plantillas a las nuevas realidades a las que se enfrenta el mundo del trabajo, marcadas principalmente por la transición digital, la ecología y el envejecimiento de la población trabajadora. Por este motivo, la formación permanente se convierte en la herramienta clave para la actualización constante de las competencias profesionales de las personas trabajadoras con un doble objetivo: mejorar las posibilidades de empleabilidad de las y los trabajadores, así como la competitividad de las empresas.
Los principales ejes de esta estrategia se centran (tal y como aparece en el documento) en: “1) Garantizar la igualdad de acceso de las personas trabajadoras a la formación. 2) Fortalecer la formación destinada a facilitar la transición digital y ecológica de las empresas y de las personas trabajadoras. 3) Fomentar la formación dual en las empresas, adaptada a las características del tejido productivo y a las necesidades formativas de las personas trabajadoras. 4) Promover la corresponsabilidad de las empresas y las personas trabajadoras en los procesos de formación. 5) Impulsar los instrumentos bipartitos sectoriales e intersectoriales en la definición y desarrollo de la formación”.
Doble dimensión
En el ámbito educativo, este acuerdo adquiere una doble dimensión. Por un lado, como personas trabajadoras de la enseñanza, el reconocimiento y fortalecimiento de la formación permanente facilita que nuestro derecho a formarnos se desarrolle con mayor plenitud y potencie nuestras posibilidades de empleabilidad. Por otro, el impulso a los instrumentos bipartitos sectoriales es una necesidad en el momento actual donde este tipo de estructuras necesitan ser revisadas y una dinamización de cara a aumentar la mayor participación de las personas trabajadoras en este tipo de formación.
En definitiva, un acuerdo que viene a dar un empujón necesario a la formación, tal y como venimos reivindicando en CCOO desde hace años, y que a todos los agentes sociales nos obliga a hacer un seguimiento proactivo para que contribuya de manera efectiva a las mejoras que la clase trabajadora necesita.