La salud laboral del profesorado en el Estatuto Docente

ESTA LEGISLATURA DEBE SER, DE UNA VEZ, LA DEL ESTATUTO DOCENTE. Esta Ley lleva largo tiempo pendiente y, a pesar de que la LOMLOE daba un plazo de un año para empezar a negociarla con un documento base, aún no se ha comenzado a abordarla en serio, pese a los constantes requerimientos sindicales.

Una de las razones fundamentales por las que es urgente el Estatuto Docente es, precisamente, por las cuestiones relativas a la regulación específica sobre la salud laboral y los riesgos psicosociales. La salud laboral docente carece de desarrollo normativo específico adecuado, más allá de considerar las enfermedades de la voz como profesionales, y es una situación inaceptable teniendo en cuenta la realidad del colectivo y la importancia de su rol. Los riesgos para la salud de no tener unas condiciones adecuadas en nuestro sector son muy grandes, como muestran la incidencia de muchas patologías en el profesorado, especialmente ansiedad, depresión o estrés, y no se entiende que no se tengan en cuenta.

No solo hay que atender a las condiciones y riesgos físicos, desatendidos en el sector docente. Los riesgos psicosociales y emocionales son muy altos, y son igual o más importantes, pero están siendo ignorados a pesar de que la realidad manda constantemente señales de alarma.

Por todo esto, el Estatuto Docente tiene que dar una respuesta adecuada a estas cuestiones. Primero, mejorando significativamente las condiciones del profesorado, pues la relación del horario laboral, la sobrecarga de funciones, no tener recursos para un buen reparto de tareas, los tiempos para la formación y las licencias y permisos, entre otros elementos, influyen decisivamente en su salud. Unas mejores condiciones laborales son un elemento necesario y protector para la salud.

Segundo, es necesaria una regulación específica que tenga en cuenta la situación docente en cuanto a los riesgos para su salud laboral. Deben reconocerse como enfermedades profesionales todas las patologías y trastornos que tienen relación con el desempeño de nuestra profesión y debe conseguirse que los comités de seguridad y salud realmente puedan actuar. Una vez más, los riesgos psicosociales deben estar muy presentes en esta regulación, pues son uno de los elementos más presentes y que más problemas generan. Como colectivo, debemos sentirnos atendidos, protegidos y amparados.

En definitiva, son imprescindibles medidas, tanto preventivas como de intervención, para que el profesorado pueda llevar a cabo su vital labor en un entorno de trabajo adecuado y seguro en todos los niveles. Esto es fundamental si queremos tener una educación de calidad para todas y todos.

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Héctor Adsuar López

Secretaría de Pública No Universitaria de FECCOO