Emergencia climática y escuela: transformar la educación frente a la inacción

VIVIMOS MOMENTOS DE NEGACIONISMO EN RELACIÓN CON EL CAMBIO CLIMÁTICO Y DE INACCIÓN Y FUTILIDAD DESDE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS. La voz de alarma sobre la emergencia climática avalada por la comunidad científica y reivindicada en el espacio público por diferentes organizaciones, entre las que nos incluimos, no es suficiente para despertar a gran parte de la población sobre la conciencia ecológico-social y la inevitable necesidad de actuar en consecuencia, superando el imaginario colectivo instalado en la resignación y la impotencia.

El mejor antídoto contra esta renuncia generalizada, promovida por el neoliberalismo, es la educación democrática, basada en una ilustración radical1. Esta lleva inherente una transformación político-social que exige analizar el presente y tomar decisiones con conocimiento de causa para construir el propio futuro. No es baladí que sean los y las jóvenes quienes consiguen el primer juicio climático denunciando ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos la inacción política de 32 gobiernos europeos frente a la crisis climática, resignificando problemas y responsabilidades de primer orden para garantizar la salud y la vida presente y futura. Han sido también colectivos de jóvenes los que en los últimos años se han movilizado frente al problema medioambiental, visibilizando la decadencia del capitalismo y la necesidad de afrontar los límites del planeta y de poner la vida en el centro.

Las luchas por democratizar la educación y la escuela dentro del campo educativo, que conllevan inherente la lucha climática y la justicia social, exigen articular la organización escolar –infraestructuras, currículo y equipos de trabajo– con la formación del profesorado como colectivo. Desde FECCOO, las y los docentes llevamos a cabo un trabajo constante en salud laboral y medio ambiente, con prácticas que atraviesan desde la escuela al sistema educativo, y que pretenden aprendizajes con perspectiva ecológico-social con la finalidad de impulsar la emancipación personal y comunitaria. Desde la pedagogía crítica sabemos que educamos principalmente con el ejemplo y a través de la escuela, de la ciudad y de las instituciones, que permiten prácticas que van más allá de la formación curricular, ilustrando nuestra forma de ser y actuar en el mundo, construyendo ciudadanía activa.

¿Qué hacemos desde la escuela?

Desde la escuela fomentamos la movilidad sostenible, promoviendo rutas escolares seguras. Tomar conciencia de que el camino constituye una pedagogía de la autonomía2 en sí mismo es una razón primordial para pensar la ciudadanía y, con ella, las posibilidades de futuro. La pacificación del espacio público, la construcción de comunidad en los entornos escolares, la reducción de la contaminación atmosférica y de la huella de carbono producida por los vehículos a motor, resulta no solo positiva a nivel ambiental, sino que mejora la salud ósea, respiratoria, física y mental de la comunidad.

Por otro lado, debemos impulsar la gestión medioambiental de los centros educativos, utilizando ecoauditorías y mejorando la gestión de residuos. Exigimos cambios en el consumo de energía de los centros hasta llegar al cero; más allá de la pasividad, los edificios han de convertirse en productores de energía para abastecer no solo al centro educativo, sino para generar comunidades energéticas en su entorno más próximo, aportando soluciones a la crisis energética, que es también social, ejemplificando con el aprendizaje servicio. Estos cambios en los centros requieren, cómo no, del simbolismo de naturalizar los espacios educativos, institucionalizando la naturaleza como pilar fundamental de la vida y como herramienta de protección para la humanidad.

Hemos de reivindicar la figura de la coordinadora medioambiental en nuestros centros, dotada de horas y recursos, de tal forma que permita generar análisis e información, programar formación al respecto, acompañar a las auditorías medioambientales, fomentar la movilidad sostenible y participar en planes de prevención frente a la emergencia climática.

Junto con las reivindicaciones en la esfera educativa, desde el profesorado tejemos alianzas y participamos de otros colectivos estatales, autonómicos y locales, con el fin de plasmar la emergencia climática y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en nuestras prácticas curriculares. Somos permeables y ponemos en común nuestros trabajos y saberes en organizaciones como Teachers for future, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Extinction rebellion, Stop Ecocidio, Conbici, por nombrar las más reconocidas. Nuestras prácticas curriculares están basadas en la pedagogía crítica3 y de la acción común4, en estrategias colabor-activas5.

Llevamos el currículo a la práctica exigiendo la sostenibilidad de la vida y la soberanía alimentaria a través del impulso y la reivindicación de comedores y cantinas escolares basadas en alimentación saludable y km cero.

¿Qué exigimos al sistema educativo?

Venimos exigiendo al Ministerio y a las consejerías actualizaciones de currículo que contemplen la emergencia y el cambio climático, junto con los ODS, en todas las áreas, materias y módulos. Al tiempo, las jornadas de buenas prácticas que organizamos desde FECCOO en educación medioambiental han llevado, en algunos casos, no solo a la formación y al intercambio de experiencias, sino también a impulsar la realización de guías6 por la Administración educativa, como las Jornadas de la FP como eje de transición ecológica, en el País Valenciano.

En lo que respecta a la organización, a través de las juntas de personal y mesas de negociación, pedimos la figura de la delegada medioambiental7, representante del personal docente para la prevención de riesgos laborales en materia medioambiental, que supera el ámbito del centro educativo y que requiere ir más allá del concepto de salud laboral, dándole una connotación holística.

Otra propuesta consiste en la constitución de comisiones territoriales sobre medioambiente con las administraciones públicas locales y comarcales, para participar en las políticas y los planes para hacer frente a las olas de frío y calor, los temporales y otros fenómenos atmosféricos que, por su novedad o reiteración, generan efectos catastróficos.

La emergencia climática es una de las mayores luchas que, como sujeto colectivo intelectual de nuestro país, llevamos al campo educativo, y está vinculada a la pedagogía antifascista8, apela a lo común y a las revoluciones democráticas del siglo XXI9. Organicemos nuestros centros: si no es colectivo, no es sostenible.

  1. Garcés, M. (2017): Nueva ilustración radical. Anagrama. Barcelona
  2. Freire, P. (2007): Pedagogía de la autonomía. Siglo XXI. Madrid
  3. Giroux, H. (1993): La escuela y la lucha por la ciudadanía. Siglo XXI. Madrid
  4. Puig, J.M. (2021): Pedagogía de la acción común. Ed. Graó. Barcelona
  5. Villasante, T. (2020) ¿Educar o construir estrategias co-labor-activas? Sendas y travesías del aprendizaje. mínima 15. Ediciones del Instituto Paulo Freire. Xàtiv.
  6. Díez, E. (2022): Pedagogía antifascista. Construir una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y la xenofobia. Octaedro. Barcelona
  7. Lava y Dardot (2015): Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI. Gedisa. Barcelona

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Isabel Magallo Albert

Responsable de Salud Laboral y Medio Ambiente en la Federació d'Educació de CCOO de País Valencià