Acción sindical y salud laboral docente

COMO DOCENTES PASAMOS LARGAS HORAS EN NUESTRO TRABAJO, POR LO QUE ESTE SE CONVIERTE EN UNA PARTE MUY IMPORTANTE DE NUESTRA VIDA. En este sentido, los problemas en el trabajo afectan a nuestra vida cotidiana y determinan, en cierto modo, nuestro grado de felicidad y de bienestar. Efectivamente, hablamos de bienestar y no de ausencia de enfermedad, es decir, que la ausencia de enfermedad por sí sola no es salud.

Cuando un o una docente siente cansancio al final de la jornada, cuando el estrés y la presión les superan, cuando no soportan las condiciones en las que trabajan o su falta de reconocimiento, cuando no tienen tiempo personal…, está claro que también hablamos de su salud. Y aquí es donde el sindicato tiene un papel fundamental y una tarea muy importante: mejorar las condiciones en las que trabajan y, por tanto, mejorar su bienestar.

En primer lugar, reivindicando y velando por la aplicación en los centros educativos de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales: si se han elegido los delegados o delegadas de prevención o, en su defecto, si se han establecido cauces de participación y consulta con las y los docentes en materia de prevención; si dispone el centro educativo de recursos humanos propios o ajenos con funciones específicas en materia de prevención; si se ha realizado la evaluación inicial de riesgos; si hay un Plan de Prevención en el centro; si se revisa periódicamente dicho plan, o si se ha impartido formación en materia de prevención a todos los niveles.

En segundo lugar, y especialmente para el sindicato, debe ser prioritario mejorar las condiciones laborales de los y las docentes que, su vez, aumenten su nivel de vida, su sensación y sentimiento de bienestar. Porque, como ya mencioné en un artículo anterior, es un gran error ignorar al mayor y más importante recurso que posee la educación y que no es otro que el profesorado, motivo por el que debemos preocuparnos por su salud y bienestar.

Por tanto, desde el sindicato debemos centrarnos, con todo nuestro esfuerzo, en conseguir recursos humanos suficientes en los centros educativos, asegurar incrementos de plantilla, reducir las ratios, más y mejor formación, acordar incrementos salariales, que se ofrezca estabilidad en el empleo y también en cuanto a los planes educativos. Y, por supuesto, dignificar la profesión docente y la importante labor que realizan sus profesionales. En definitiva, si no mejoramos las condiciones laborales de nuestras y nuestros docentes, no habrá bienestar del profesorado y, por tanto, no será posible una mejora de la educación.

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Diego Molina Collado

Secretario de Acción Sindical en la Federación Estatal de Enseñanza de CCOO