Su salud es mi derecho

LA CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO Y LA NIÑA RECOGE EN SU PREÁMBULO QUE: “TODOS LOS NIÑOS Y NIÑAS DEBEN ACCEDER A UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD QUE LES PERMITA DESARROLLARSE FÍSICA Y MENTALMENTE HASTA EL MÁXIMO DE SUS POSIBILIDADES. Asegurar que las escuelas tienen una educación inclusiva, formar a los profesores y mejorar las instalaciones permite el acceso a niños y niñas con discapacidad a la educación, evitando el estigma de la discriminación”.

En general todo el texto de la Convención hace referencia a nuestros derechos, a los derechos de todas las niñas y todos los niños, sin distinción de ningún tipo y, en particular, los artículos 28 y 29 abundan sobre todos los aspectos del derecho a la educación. ¿Habéis leído el texto completo? Yo sí, y está muy bien; pero, por más que lo leo, no encuentro uno de los derechos que a mí me parecen fundamentales: la salud de quienes participan en mi educación.

Si quienes trabajan en los centros educativos, sean docentes, personal de limpieza, conserjes, personal administrativo u orientador, no tienen una buena salud, ¿cómo van a hacer bien su labor? ¿Cómo van a hacer para que mi educación sea todo eso que la Convención dice que tiene que ser?

Claro, ya lo habréis adivinado. Me refiero a la salud laboral, eso que necesita un entorno seguro en los centros o unas condiciones de temperatura adecuadas al clima de la zona, por ejemplo. Medios para que el trabajo (el que sea que se realice) se haga en condiciones dignas y seguras.

¿Qué pasaría si mi centro está en una zona especialmente ruidosa y mi profe tiene que desgañitarse para que podamos oír? Pues que en poco tiempo tendría problemas de voz. ¿Qué pasaría si los baños de mi centro tienen filtraciones? Pues que el personal de limpieza forzaría mucho más las muñecas intentando  que estuvieran limpios y no lo conseguirían. ¿Qué pasaría si el personal administrativo no tuviera asientos adecuados? Pues que tendrían problemas de espalda, por ejemplo. ¿Qué pasaría si el personal de orientación no tuviera un lugar adecuado para charlar conmigo? Pues que su labor sería más difícil. Y todo esto limitaría en mayor o menor medida mi derecho a la educación.

Pero, seamos optimistas, esto tiene fácil arreglo. Basta con que las instituciones educativas mantengan los centros en buenas condiciones, que se adecúen a la zona, y que tanto el mobiliario como el edificio y su entorno sean óptimos.

Así, mi derecho a la educación, esa educación que queremos, será posible. Y, por favor, que alguien incluya ya la salud laboral del personal educativo en la Convención de Derechos del Niño y la Niña, que es muy importante.

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María Díaz

Secretaría de Políticas Sociales de FECCOO