– ¿Cómo has vivido este 8-M?
Ha sido un día de trabajo especial. Solo venía al instituto el alumnado de 1º y 2º ESO porque el resto ha hecho huelga por el 8M. En las primeras horas, cada una ha hecho una flor de papel y después hemos bajado en fila y guardando todas las medidas de seguridad, hasta el Ayuntamiento donde hemos ido colocando las flores en la escalinata de entrada, como homenaje a todas las mujeres que han luchado y luchan por los derechos de todas. Después, como todos los años, una comida especial, de celebración, porque el día lo merece.
– ¿Crees que las reivindicaciones del feminismo están integradas en tu trabajo? ¿Qué crees que falta para impulsar la igualdad desde tu puesto de trabajo?
Si, creo que la mayor parte de las personas que trabajamos en los institutos tenemos un alto grado de concienciación, aunque, quizá luego, en el día a día, no lo llevemos por completo a la práctica y sigan siendo más las profesoras las que acuden al médico con sus hijos o hijas, las que van a las tutorías…
Me preocupa que las mujeres titubeemos antes de aceptar un puesto de responsabilidad, cosa que nunca pasa con los hombres.
– ¿Qué crees que puedes aportar tú desde tu trabajo? ¿Y el sindicato?
Puedo contribuir a que todo el profesorado incluya objetivos relacionados con la coeducación y el feminismo en sus programaciones o dar a conocer el trabajo de las mujeres en el campo de la ciencia, la ingeniería, las matemáticas… para impulsar la elección de estudios en ese campo, puedo esforzarme en cuidar mi lenguaje para no excluir a la mitad de la población…
El sindicato, como el resto de la sociedad, tiene que pedir a las personas que lo componen que sean coherentes con su discurso y que, diariamente, lleven a la práctica lo que dicen.
– ¿Cómo ves la evolución de la perspectiva feminista a lo largo de tu vida personal y laboral, y por qué consideras que debemos seguir luchando?
Durante toda mi vida me he esforzado por llevar a la práctica mis ideas. Creo que he puesto mi granito de arena en la causa del feminismo tanto en casa, donde casi he conseguido la ansiada igualdad, como en el trabajo, donde he ido asumiendo constantemente nuevos retos. Pero tenemos que seguir luchando porque estamos muy lejos de la igualdad y porque, en cuanto dejemos de luchar, comenzaremos a retroceder.
