Con la boca pequeña

LA ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA CELEBRÓ A TODO TRAPO, EN 1992, EL QUINCUAGÉSIMO ANIVERSARIO DE SU CREACIÓN CON UN GRAN CONCIERTO, una exposición itinerante, una gira internacional, un logotipo para la ocasión y la publicación de un libro. Fue una iniciativa estupenda, aplaudida por medios y autoridades, salvo por un pequeño detalle que se omitió entonces: en realidad, la Orquesta Nacional de Conciertos había sido creada en 1937 por el gobierno de la República.

Sus primeras actuaciones tuvieron lugar, durante la guerra, en Barcelona, bajo las bombas de los fascistas (véase la web “La ciutat dels refugis”). Lo que se honró en 1992 fue el renacimiento de la orquesta, promovido por la dictadura militar en 1942, que se apropió de esta, como de tantas otras iniciativas, borrando la memoria de cualquier antecedente y atribuyéndose mérito que, aún hace treinta años, celebraba nuestro país a bombo y platillo.

Más recientemente, en 2017, la Comisión de Profesores de la Orquesta Nacional propuso celebrar el septuagésimo quinto aniversario de su origen republicano, sin obtener ningún eco por parte del Ministerio de Cultura y Deporte del que depende esta insigne y magnífica agrupación musical. Pero en algún despacho debieron tomar nota y ahora, en 2023, les ha dado por conmemorar el octogésimo quinto, cifra algo inusual y que llega un año tarde, pero que supone el primer acto de reparación y memoria histórica con participación oficial.

Nunca es tarde si la dicha es buena, pero llama la atención que este aniversario tenga lugar sin la orquesta en pleno, fuera de su sede principal, que es el Auditorio Nacional de Música, y de espaldas a las personas abonadas. La evocación ha consistido en tres conferencias sobre la música en la Segunda República, seguidas de conciertos ofrecidos en la Residencia de Estudiantes, con la participación de grupos de cámara de la orquesta y el auspicio del Ministerio de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Bien está que el Gobierno impulse la recuperación de la historia, pero sabe mal que lo haga con la boca pequeña, con poca valentía y menor resonancia.

Si bien se abre un espacio para la memoria, no se desmiente con la debida contundencia la falsa efeméride del año de los milagros. En 1992 pusieron mucho más interés en festejar el aniversario fascista que la que se ha puesto ahora, en 2023, para celebrar aquella gran iniciativa republicana, gestada y dada a luz entre las bombas. Cabe esperar que llegue el día en que la verdad sobre el origen de la Orquesta Nacional merezca iguales o superiores honores que los otorgados a las mentiras de la dictadura.

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Víctor Pliego de Andrés

Catedrático de Historia de la Música en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid